lunes, 1 de diciembre de 2008

ENTREVISTA CON GORAN PETROVIC



DE TANTO MANOSEO, LAS PALABRAS
ESTÁN SUCIAS Y HAN PERDIDO SU
PESO: GORAN PETROVIC

*Urge reencontrarnos en el lenguaje, sostiene el escritor serbio
*La literatura es el contrapeso a la incomunicación, puntualiza

Por Sergio Hernández Gil

Dicen que los ojos son el espejo del alma, y en la mayoría de los casos así es, pero en los del escritor serbio Goran Petrovic, tras su –en apariencia– ceñuda mirada marrón hay una pensamiento lúcido y crítico que rebosa, más que nada, poesía y mucho de mágica ternura. Mente para la cual es urgente reencontrarse en el lenguaje, dar un nuevo sentido a las palabras, pues ya de tanto manoseo están sucias y han perdido su peso, aunque por fortuna la literatura sirve para revaluarlas y recordar sus significados.

Educado en el mundo socialista del Mariscal Jozip Broz Tito (célebre antifascista que impidió, mediante una alianza con los soviéticos, el acceso de las tropas alemanas a Yugoslavia, hecho que lo llevó al poder por 37 años, hasta su muerte en 1980), Goran Petrovic, novelista y cuentista a la vez, que gusta de insertar cuentos dentro de las novelas y –con su marcada distancia– al estilo de Cervantes, novelas dentro de las novelas, sostiene que en el mundo contemporáneo el arte y la literatura viven al margen, la comunicación humana se reduce a la información, a aislarse en la televisión.

“Los jóvenes sólo se comunican por celular y mensajes. Las cosas se conocen sólo por lo superficial, por la etiqueta”, sin embargo, la literatura hace el contrapeso a esa falta de comunicación, es una disciplina que dista de estar muerta, pese a que muchas veces se le ha declarado la muerte”, añade este escritor que en alguna etapa de su vida se desempeñó como bibliotecario, época que aprovechó también para escribir un libro de cuentos (La Isla y los cuentos circundantes) y una novela (El cerco de la Iglesia de San Salvador).

Señalado más que por la crítica por sus seguidores como el posible heredero del bosnio Ivo Andric, Premio Nobel de Literatura en 1961, Petrovic es autor de casi una decena de novelas y libros de cuentos, entre las que sobresalen la primera de ellas “Atlas descrito por el cielo” (2002); y “La mano de la buena fortuna” (en español, 2005), que le dio el reconocimiento más importante de su país, el premio NIN, que otorga la revista política y cultural del mismo nombre.

El autor serbio visitó por segunda ocasión a México para presentar “Diferencias”, un libro que define como “íntimo, casi autobiográfico”, compuesto por cinco historias o cuentos, abundante en detalles y minucias, en el que la mirada del autor transita, primero de los ojos expectantes de un niño a los del adulto que pierde la curiosidad y cae en la ceguera, en el que las cosas “pequeñas” dejan de ser importantes hasta producir la muerte emocional. “Lo que a veces le falta a la gente, que son los verdaderos latidos del corazón, y que es la verdadera humedad del ojo”, señala este personaje en transición en el primero de los textos.

A los diez años, el mismo sujeto se enfrenta, con la desaparición de los peces en la confluencia de dos ríos de su país, a una toma de conciencia: “Es terrible ´esa enfermedad ocular´ de concebir el mundo. Comienza con el pensamiento, que incluso supuestamente se comprueba, de que esto no es grande, y luego aquello, después resulta que aquello junto a lo otro no es nada especial… y así, una cosa tras otra, todo a tu alrededor empequeñece, se encoge, pero en realidad eres tú quien se vuelve cada vez más pequeño o menos curioso, de cualquier modo cada vez menos dispuesto a dejarse encantar –justamente con la misma velocidad con la que vas haciéndote adulto”.

Reconoce como influencia importante para él mismo y para su obra, el realismo mágico latinoamericano y alaba la universalidad de sus autores y la riqueza temática que abarcan, desde lo más sutil hasta lo más profundo del pensamiento y la esencia humanas. En los estantes de sus libreros, añade, son nombres comunes los de los escritores Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Ernesto Sábato, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez.

En relación a la técnica de incrustar cuentos o novelas dentro de la novela, Petrovic sostiene que sus libros son una especie de “puzzles” (rompecabezas) mediante los cuales cada capítulo se hace un llamado con otro y logra tender vasos comunicantes, que toman varias direcciones o sentidos, cada uno de los cuales representa la diferencia en la manera de percibir el mundo al igual que marca los puntos de unión a través de la palabra, “cordón umbilical que nos une con la palabra divina: la palabra y la metáfora nos reencauza al origen y a la esencia”.

Algo hay de eso en “La mano de la buena fortuna”, la novela de Petrovic en la que una novela irreal “Mi Legado”, escrita por el personaje Anastas Branica, es el hilo conductor de las historias entre los habitantes de la novela real y los ficticios, y supone una profunda conexión mágica entre quienes leen al mismo tiempo –aunque estén en espacios y épocas diferentes– las mismas páginas del libro, lo cual finalmente propicia un encuentro amoroso que sólo se concreta en el hecho de compartir las palabras, las páginas, la lectura y a la vez un autoejercicio de conciencia.

Tal vez por eso le sube el color a las mejillas cuando una guapa chica del público le pregunta, así nomás, sin cortapisa, como una muestra de su admiración y con tono inocente: “¿Goran, esta noche, qué libro vas a leer?”, respuesta que no da, pues prefiere aclarar que se reconoció como escritor cuando ya tenía tres libros publicados. No puedo decir, explicó, como los escritores estadounidenses, que sabía que iba a ser escritor desde que tenía cuatro años, no, yo lo único que hice fue sentarme y escribir. Eso me hace feliz.

Es pues este carácter, tal vez tímido en el fondo, el que trasmina en sus personajes un halo de ternura, como una respuesta de la imaginación a la realidad política de un territorio que ha vivido en guerra y enfrentando el miedo a la cotidiana violencia a la par que ha generado una nueva perspectiva literaria, un ángulo visual que abarca la universalidad sin romper con la esencia de su naturaleza cultural y política, pero más que nada, humana.



*Goran Petrovic nació en Kraljevo, Serbia, en 1961. Estudió literatura serbia y yugoslava en la Facultad de Filología de Belgrado. Entre sus principales obras se cuentan el libro de prosas Breves consejos para una vida más fácil, el libro de cuentos La Isla y los cuentos circundantes y sus novelas Atlas descrito por el cielo, El cerco de la Iglesia de la Santa Salvación y La Mano de la Buena Fortuna.