domingo, 10 de mayo de 2009

JUANA DE ASBAJE, MUJER COMPETITIVA Y AMBICIOSA



JUANA DE ASBAJE, ANTES DE SER SOR JUANA, FUE
UNA MUJER ABSOLUTAMENTE COMPETITIVA Y AMBICIOSA


Yo, la peor, primera novela histórica de Mónica
Lavín, incursiona en la vida mundana de la poetisa

Muy difícil que un hombre aguantara a una mujer
con la capacidad intelectual de Juana Inés

Por Sergio Hernández Gil

Viajera, curiosa, detallista, gustosa de la amistad, de la conversación, de pasarla bien, de disfrutar la comida, de apresar con la palabra, con historias, el mundo que le inquieta o el tiempo que se le escurre entre las manos. Soy una contadora de historias ‑‑dice de sí misma Mónica Lavín‑‑, las cuales ha registrado con sutileza (“por eso me gusta Carver, Chéjov, Dostoievsky”) en cinco libros de cuentos y en siete novelas, historias que le han permitido obtener diversos premios como el Gilberto Owen, por Ruby Tuesday no ha muerto, y el Premio Narrativa de Colima por su novela Café Cortado, entre otros.

La última de sus obras, “Yo, la peor”, es una novela histórica, género en el que se inaugura, y que nos traslada al “fascinante” siglo XVII, época que la autora usa para contar el diario transcurrir de Juana de Asbaje “al través de las historias de otras mujeres posibles y reales de su época: que si su mamá, que si la abuela que era andaluza, que si la hermana que está casada con un hombre rico, que es quien las introduce a la Corte, que si su maestra, porque tuvo una; y yo las jalo a lo largo de su vida para contar subhistorias”.

“Recuerdo las etapas de su vida: la infancia, la corte, que es muy interesante y de la que se sabe muy poco, la del convento, que es la más documentada, pero me gustó mucho detenerme en el tiempo de palacio, que es la vida mundana de Juana Inés, y donde está aprendiendo, y donde la corte es una tentación, el amor es una tentación, pero ella es absolutamente competitiva y también ambiciosa, y yo pienso, esa es mi hipótesis, porque hay hipótesis en una novela histórica, que habría sido muy difícil que un hombre hubiera aguantado a una mujer con esa capacidad intelectual como era Juana Inés, antes de ser Sor Juana”.

¿Sor Juana es el pretexto para escribir acerca de ese siglo, que como tú dices, está muy cerca de lo prehispánico, y también hay esclavos negros, y ya el mestizaje empieza a ser una constante, de un siglo que es una especie de bisagra entre la raíz y el árbol de lo mexicano?

Es el pretexto porque Sor Juana es el personaje, es escritora. O sea, yo ¿de qué querría escribir novela histórica? Pues de alguien que ocupa un lugar muy especial como escritora y como mujer de excepción, como persona de excepción, por su fe renacentista interesada en muchos temas. Me gusta que le guste la ciencia, que le guste también el humanismo, que tenga una ironía, y además sepa hacer esto, tener todas las relaciones que tenía que tener con el mundo del poder para subsistir.

Me importa mucho también, dice la escritora, cómo Juana de Asbaje se defiende al final de su vida, como en Emma Zunz, el cuento de Borges, quien usa la frase “ya era la que sería” al referirse a su personaje, que tiene ya resuelta su conducta desde el momento de planear su venganza contra el causante del suicidio de su padre. Juana Inés todavía no era Sor Juana como la conocemos ahora sino cuando comienzan los conflictos, la acusan de vanidosa, de descuidar su misión como esposa de Cristo por lo mundano y lo público, cuando ella tenía un talento desbordado que no podía asumir. O sea, ella no podía renunciar al diálogo con el conocimiento, yo siento que no podía y no pudo, aunque para muchos parezca que sí.

En la silenciosa cafetería del Teatro Coyoacán, junto a la Escuela de Escritores de SOGEM, donde da clases, Mónica Lavín explica por qué razón si escribía desde la adolescencia estuvo fuertemente atraída por el mundo de la ciencia, y es por eso que estudió biología, lo cual le ha servido como entrenamiento para la observación, para investigar y por la disciplina en el trabajo, además de que le ofrece otro tipo de comprensión, de manera de ver la vida.

Escribir, dice, era como un juego, algo muy gozoso que hacía no porque fuera una obligación sino por que deseaba hacerlo. Yo no sabía, agrega, cómo se volvía uno escritor, tardé en descubrir que ahí cabe todo: la propia biología, los asesinos, la belleza, la noche, el café, quizá me tardé en comprenderlo porque no quería estudiar literatura, sino estar en la vida y la biología era una manera muy viva de ser y además podía escribir.

Se define como una mujer tímida a la que le gustan la aventura, los retos, ganar y ser competitiva. “Yo me acuerdo que en la escuela hacían concursos de matemáticas y yo quería ganar, yo quería ganar siempre. Me gustan los retos y ver que puedo saltar obstáculos, y escribir es eso, te pones un reto, escribir de un mundo, llenar las páginas, y quieres llegar a la meta ¿no? Soy constante, empeñosa, pero por otro lado también soy dispersa porque me siguen gustando muchas cosas, soy también un poco caótica”.

Desde Cuentos de Desencuentro y Otros, su primer libro publicado, han transcurrido 23 años, la autora de Yo, la peor, considera que la meta, como escritor, siempre está por llegar: “uno está nadando siempre a contracorriente. Yo tengo siempre esa sensación: se nada contra la corriente, nunca puedes dejar de nadar, de muertito ya te llevó la corriente. Hay que estar dándole a brazo partido a la vida. Lo que pasa es que ya sabes con más claridad por dónde te gusta nadar, de qué lado del agua, por dónde ya no necesitas sortear ciertas cosas”.

Sostiene que es un privilegio que te puedas dedicar a contar historias, que se puedan utilizar la palabra y la imaginación, que te publiquen y que tengas lectores. Si puedes, además vivir de ello, subsistir para seguir dedicándote a preparar el siguiente libro, a leer, a investigar, sería además, algo muy dichoso.

Entre otras obras de Mónica Lavín se encuentran: Nicolasa y los encajes (1991), Retazos (1995), La Isla Blanca (1998), Por Sevillanas (2000), Tonada de un viejo amor (1996), Cambio de vías (1999), La más faulera (1997) y Planeta azul, planeta gris (1998).

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