viernes, 2 de enero de 2009

ENTREVISTA CON MÓNICA B. BROZÓN


SE MENOSPRECIA A LA LITERATURA INFANTIL: MÓNICA B. BROZÓN*


*Soy una adulta-niña-lectora-escritora: advierte, y señala que la mejor manera de acercar a los niños a la literatura es a través de los libros infantiles.

*Somos una generación de adultos no lectores porque nadie nos llevó a la literatura como un placer, como un acto lúdico, como un juego…

Por Sergio Hernández Gil

En ciertos círculos, incluso editoriales y algunos intelectuales, hay un absoluto menosprecio por la literatura infantil, considera Mónica B. Brozón, exitosa cuentista que en doce años de arduo trabajo ha publicado 17 libros para niños -y obtenido con ellos cinco premios-, quien señala que son las historias especialmente escritas para niños la mejor manera para formar lectores.

“También estoy convencida de que nuestras generaciones son generaciones de adultos que no leen, y por la simple razón de que nadie los acercó, salvo casos excepcionales, a la literatura, como debe de ser, como un placer, como un acto lúdico, como un juego, como una actividad absolutamente placentera”.

Explica: si cuando tú tienes doce años el maestro de español cree que ya estás en edad de “soplarte” Pedro Páramo, está en un error garrafal, porque si te vas a poner a leer a este gran novelista mexicano resulta que no entiendes nada y entonces lo encuentras tedioso, aburrido, incomprensible, lo cual en vez de acercarte a la literatura te va a alejar.

“Sin embargo, si te dan un libro que te guste, que te hable de lo que a ti te interesa, que esté escrito en un lenguaje que comprendes, no hay razón alguna para que tú no te enganches, ninguna, y tampoco es que uno vaya contra otros medios, está la tele, están los videojuegos, y mucho se dice: tenemos que luchar contra eso. No, la literatura debe tener su lugar, porque nosotros que somos adultos lectores pues sí, te gusta le tele de pronto ves la tele, y vas a la cine, y estás en Internet por horas, ajá, es otra cosa, son actividades distintas, todas disfrutables; la lectura debe de tener como su propio huequito en la vida de todas las personas y no es que vaya a dejar de ver la tele o vaya a dejar de jugar en Internet, no, son momentos, son actividades distintas…”

Segura de que siempre supo “que a lo que me iba a dedicar en la vida era a escribir”, Mónica B. Brozón estudió primero Comunicación, porque “era algo que abarcaba un poco de todo, quería escribir, quería ser guionista de cine, y por eso resolví estudiar eso, que en realidad ni me gustó mucho, pero fue como hacer más prepa, llevé muchas materias que incrementaron mis conocimientos y al final escogí letras”.

“Prodigio no; yo escribí siempre, eso sí, leí siempre. Aprendí a leer muy chica, no sé cómo, pero yo recuerdo que leía unos volúmenes que me había regalado mi papá, que se llamaban los Cuentos de Polidoro, eran tres volúmenes empastados, de muchos cuentitos. Eran versiones que hacían escritores latinoamericanos de obras clásicas, había allí, en episodios, contados como cuentos, muy bien contados, muy agradables, y los leía. Ahí conocí por ejemplo historias de la Biblia, historias escandinavas, incas, en fin, había una gran variedad de cuentos, y esos eran mi superfavoritos. Digo, entre todos, los cuentos de hadas por supuesto también eran mis favoritos”. Asegura no obstante que sus influencias literarias son Mark Twain y Jorge Irbangüeigoitia.

Desde su primera novela “¡Casi medio año!”, cuando aún estudiaba en la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores (SOGEM), fue galardonada con el Premio El Barco de Vapor 1996, el cual obtuvo nuevamente en 2002 con Las princesas siempre andan bien peinadas. Ha ganado otros tres premios, en 1997, A la Orilla del Viento, por Odisea por el espacio inexistente; el Juan de la Cabada 2007 por Memorias de un amigo casi verdader”, y el Gran Angular SM 2008 por Prólogo corto para una larga pausa, que se vende bajo el título 36 kilos y que narra la historia de la amistad entre dos amigas, una de las cuales cae en el problema de la anorexia.

Rechaza que pretenda dejar enseñanzas en sus historias: yo siempre he desdeñado las moralejas porque a mi no me gustaban y creo que los niños de hoy no se las “tragan” tan fácil, no, entonces para educarlos están sus papás, sus maestros. Nosotros los escritores debemos ser sus cómplices, sus cuates, hablarles en su mismo tono de las cosas que les importan, bueno yo en realidad, a pesar de mi ”avanzada” edad (nació en 1970) sigo siendo una niña, voy al cine y me gusta ver películas para niños, en las cenas, por ejemplo en las fiestas navideñas, siempre acabo en la mesa de los chicos y platico con mis primas, que ya no son niñas, sino digamos preadultas, y mis sobrinos que son chiquitos, y me la paso muy bien. Me gustan los juguetes, me gustan los videojuegos, entonces no me es difícil dirigirme a un niño en un nivel, muy de iguales, hablándole de igual, y siempre que escojo un narrador en primera persona me funciona muy bien.

Autodefinida como una adulta-niña-lectora-escritora, Mónica B. Brozón, considera que los problemas que afrontan los niños son prácticamente los mismos que los adultos: la inseguridad, que no pueden salir, que están todo el tiempo expuestos a los medios masivos y orientados hacia una sociedad de consumo y discriminados, donde lo que vale, “digo, suena muy cliché, donde vales lo que posees. Entonces, lo que yo trato es ser más humanista y mostrar a los niños que lo valioso no necesariamente está en lo que tienes, puedes tener muchos dinero o muchos objetos materiales y ser un infeliz”.

Sobre 36 kilos, su obra más reciente, la autora señala que trata el tema de la anorexia, pero es un tema en forma paralela, no directamente sobre la anorexia, habla básicamente sobre la amistad de dos chicas que están en sexto de prepa, son amigas desde pequeñas, y se aman y se adoran, y a partir de una dieta, que hacen las dos, como siempre hace una con sus amigas, una de ellas se sigue y cae en un problema de trastorno de la alimentación. Fue difícil porque el lenguaje es cambiante, (“hay muchos autores a los que se les resbala el adulto a cada rato”), tuve que pedir ayuda, consultar, afortunadamente ahora hay muchos blogs de chavos y ahí puedes ver cómo se expresan, cómo hablan, hay que adaptarlo porque si lo hiciera uno como ellos en Internet o en los mensajes en celulares la lectura sería incomprensible y a la vez hay que conservar esa expresividad de su lenguaje y a la vez la coherencia narrativa.

*Mónica B. Brozón nació en la Ciudad de México en 1970. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UIA y el diplomado en Creación Literaria en la SOGEM, generación 1996-1997. De entonces a la fecha ha escrito 17 libros y obtenido cinco premios.