miércoles, 12 de noviembre de 2008

ENTREVISTA CON ALBERTO CHIMAL


SIN ARTE, LA VIDA DE VUELVE INDIGNA DE SER VIVIDA: ALBERTO CHIMAL

Nuestro problema real no es la voracidad y la estupidez de los políticos
que tenemos, sino nuestra propia sumisión a ellos, puntualiza

Por Sergio Hernández Gil

Autodefinido como una persona tímida que cuenta historias, para quien escribir es un impulso irresistible, “una posibilidad de vivir, de estar en el mundo”, Alberto Chimal, autor de la generación de los setenta con más de una docena de libros de cuentos publicados, la mayoría considerados literatura fantástica, y una novela, Los Esclavos, que saldrá en febrero próximo, muestra su predilección “por esa otra parte de la realidad que son nuestros sueños, temores, aspiraciones”, y que se manifiestan a través de la imaginación, lo inverosímil, lo estrambótico o el absurdo.

Entrevistado desde la Universidad de Calgary, en Canadá, a donde acudió para participar en el Wordfest con dos conferencias sobre su experiencia en el uso de las nuevas tecnologías en la literatura (concretamente los blogs: el suyo es http://www.lashistorias.com.mx/), Alberto Chimal destacó que una muestra de que este proceso no será difícil ni traumático es precisamente nuestra conversación a través de Internet y en la que respondió una veintena de preguntas, entre ellas ¿para qué escribes? ¿qué te motiva? ¿cómo decidiste ser escritor?
“Escribo para seguir con vida. No para vivir de eso (que no lo he podido hacer jamás), sino para que mi propia existencia sea, al menos, mínimamente soportable. Así puedo aspirar a entender(me) un poco más, a decir lo que pienso. No me creo un Iluminado; escribir es una elección vital como otras”.
“Me motiva la posibilidad de articular (tal vez) lo que otros piensan, es decir, de lograr algún tipo de contacto con los otros. Los textos no terminan de existir hasta que son leídos”
“Decidí ser escritor desde pequeño porque amaba (y amo) las historias, los cuentos; en algún momento de la infancia descubrí que las historias que me fascinaban habían sido escritas por personas y no eran fabricadas en imprentas, y ahí decidí que yo quería hacer esto también”, puntualizó este joven escritor, quien cree en “la pasión humana, en la capacidad de maravillarse, en la cercanía, en todos los estremecimientos de conciencia”.
“Di un rodeo por algunos años, cuando la familia me persuadió de que estudiara una carrera ‘respetable’, pero cuando terminé descubrí que no deseaba hacer eso toda la vida y –de un modo que entonces debe haberle parecido suicida a mis parientes– lo dejé todo para escribir. La existencia ahora es precaria a veces, pero mucho más estimulante de lo que sería si hubiera optado por otra carrera… En realidad esto, el escribir, es a lo que estuve dirigido siempre, aunque siempre está el peligro de las frustraciones y las dudas”.
Veo que eres un autor muy prolífico ¿Cómo haces para poder desarrollar tantos temas y textos? ¿Qué traes por dentro?
No sé si sea en verdad tan prolífico… La mayor parte de mi trabajo es muy breve. Pero en todo caso, todo lo que he escrito, o casi todo, tiene que ver con lo que más me importa como escritor y como persona, así que precisamente el hecho de que lo “traiga” adentro es lo que me permite escribirlo.

Cuándo se es tan joven y se tiene ya tanta obra publicada, y múltiples reconocimientos ¿Cómo empiezas a ver el mundo, sobre todo a otros escritores que también hacen su esfuerzo y no avanzan tan rápido? ¿es suerte? ¿calidad? Perdemos nuestro sentido crítico cuando la fama toca a nuestras puertas.

Yo creo que lo peor que uno puede hacer es creerse la publicidad y, por lo tanto, trato de no perder el piso. Yo he tenido suerte, y estoy haciendo mi mejor esfuerzo, pero no creo ser realmente “exitoso”: exitoso es Yordi Rosado, por ejemplo…, y él lo es por trabajar en la televisión. Me importa más poder escribir lo que desee y hacerlo tan bien como pueda que tener ese tipo de éxito. Además, es saludable recordar que en general el éxito es en buena medida obra del azar. Muchos autores a los que admiro enormemente no tuvieron (o no tienen) mucho éxito. Ah, y además la idea que tenemos ahora de la “carrera literaria” me parece errónea: no por publicar pronto se es mejor, de ninguna manera.

Sobre los asuntos sociales, por ejemplo la guerra, el odio, los secuestros, la violencia ¿Te preocupan como temas literarios, como problemas sociales? ¿Qué crees que nos está pasando como personas, seres humanos? ¿Qué debemos hacer?

Me preocupa mucho todo lo que está sucediendo. Y no sólo la violencia en sí, sino el modo en el que los diferentes poderes fácticos (medios, políticos, etcétera, y no únicamente en México) dan la impresión más de querer usarla para sus propios fines que de intentar combatirla. La vida en sociedad es en sí misma un tema literario, y con pleno derecho, de modo que también en ese sentido me interesa, pero además soy consciente de que quien sale de su casa con miedo, o debe luchar por su vida en una zona de guerra, o está sujeto a la violencia más difícil de ver pero no menos terrible de la desigualdad o la discriminación, probablemente tenga más cosas más urgentes en qué pensar que la literatura. El arte puede y debe ayudarnos a ser más humanos, y si no lo tenemos la vida se vuelve hueca, indigna de ser vivida, pero también hace falta que cada persona que pueda asumir una responsabilidad ante los otros la asuma y actúe en consecuencia. Lo que nos está pasando es que no queremos asumir esas responsabilidades, que ni siquiera son tan grandes en la mayoría de los casos: para casi todos no llegan más allá de respetar a los demás, de no tolerar la corrupción, de no mirar para otro lado cuando se les necesita.

¿Crees en los concursos?

Los concursos son una ruleta; ganarlos es (casi) siempre bueno, pero no hay que esperar demasiado de ellos.

Como literato ¿Te has fijado alguna meta? Hay algunos que dicen voy a hacer tantos libros, voy a ganar tantos premios, voy a ser nobel de literatura.

No me he fijado metas así: simplemente quiero seguir escribiendo, tanto y tan bien como pueda. Lo que pueda derivarse de eso será bueno. La idea de la literatura como un escalafón es una de las peores herencias que las generaciones del siglo XX dejaron a las de ahora en México y en otros lugares.

¿Duelen las palabras?

Sí. Pero ese dolor es de los que nos recuerdan que estamos vivos.

Personajes ¿de dónde vienen?

De todas partes: de la vida y de los sueños a partes iguales.

México, vivimos un caos ¿Qué debemos hacer? ¿Crees en la política? ¿Qué piensas de los políticos? ¿Quién debiera gobernar, los intelectuales, los empresarios, los jóvenes?

Gobierna siempre quien tiene la artería y el deseo de poder necesarios. Pero nuestro problema real no es la voracidad y la estupidez de los políticos que tenemos ahora, sino nuestra propia sumisión a ellos. Todos tendríamos que asumir la responsabilidad de gobernar adecuadamente aquello que nos toca gobernar (aunque sea sólo nuestra propia vida, nuestro propio interior).

¿Quiénes son los peores escritores de México?

Se dividen en dos categorías: a) los que creen que la literatura es un juego de “suma cero” (donde todo lo que uno gana implica que otro pierde algo), y por lo tanto se la pasan asumiendo la misma pose ridícula e insistiendo en lo buenos que son ellos y lo malos que son todos los demás; y b) los que creen que la literatura es un escalafón. Dicho esto, la mayoría de los escritores de México (y de todas partes) pertenecen a uno de ambos grupos, o a los dos.

Qué prefieres ¿el dinero o la fama?

La libertad.

¿Hay un personaje al que te gustaría parecerte? Alguien inventado o real…

Admiro a muchos, aunque tal vez porque dudo de poder estar a la altura de ninguno de ellos: en este momento me acuerdo de Frodo, el protagonista de El señor de los anillos; de Joe Chip, de la novela Ubik, de Philip K. Dick; y de Sancho Panza, que a mí me parece el de más carne y hueso de todos los personajes de Cervantes.

¿Falta amor para la literatura?

Sí, como falta amor por los otros seres humanos y por el ecosistema. Pero por suerte ninguno de esos amores se ha extinguido del todo aún.

¿Qué piensas de los apoyos actuales a la cultura?

Me parecen buenos, siempre y cuando no se conviertan en el objetivo central de quien los busca. Una beca debe servir para que quien la recibe trabaje en un proyecto que justifique el otorgamiento de la beca; es terrible cuando (como ocurre tantas veces) el trabajo es sólo la excusa para obtener el dinero. Eso es una de muchas perversiones de las artes de nuestra época, así como lo fue de otras.

Alberto Chimal nació en Toluca, Estado de México, en 1970. Estudió Ingeniería en Sistemas Computacionales en el Tec de Monterrey, campus Toluca. En 1995 vino al Distrito Federal a estudiar en la Escuela de Escritores de SOGEM y luego en la UNAM donde obtuvo la maestría en Literatura Comparada. Ganó tres veces el premio “Becarios” del Centro Toluqueño de Escritores y en 2002 el Premio Nacional de Cuento de San Luis Potosí, entre otros reconocimientos.