miércoles, 12 de noviembre de 2008

ENTREVISTA CON GUILLERMO VEGA ZARAGOZA


El libro no desaparecerá, se convertirá en una excentricidad: Vega Zaragoza

*Tenemos que empezar a dejar de creer que serán los políticos
los que van a solucionar las cosas, advierte el escritor

*Escribo para no salirme de quicio, y para que me quieran, puntualiza

Por Sergio Hernández Gil

Convencido de que el poder de escribir sí es un don, pero más que nada es el desarrollo de un talento que exige disciplina y vocación, el autor de “Antología de lo Indecible” (cuentos sobre la desesperanza y la soledad humanas, principalmente en relaciones de pareja), Guillermo Vega Zaragoza sostiene que en el género que sea: novela, cuento, poesía, el escritor, sea realista o fantástico, tiene que ser crítico de su realidad, un observador que se atreva a decir “el Rey va desnudo”, si se trata de denunciar la corrupción de los funcionarios o los políticos, de cualquier nivel, o descubrir o desenmascarar una verdad.

Considerado su estilo narrativo como el de un muchacho perverso, un enfant terrible, con un lenguaje cinematográfico, transgresor e irreverente, Vega Zaragoza se atrevió, dio el salto, quemó sus naves y renunció a ser un ejecutivo exitoso (gerente de comunicación en una trasnacional), con un alto salario, auto del año y seis tarjetas de crédito, “pero no era feliz porque no me dedicaba a lo que me gusta, hasta que me decidí empezar a vivir la vida que quiero”, a incursionar en el ser humano y entender sus actitudes, a estar en capacidad de mostrar sus motivaciones con toda su gama de emociones y sentimientos, las pasiones, en especial las de la relación amorosa.

“Con matices claramente sádicos, entre risas y chanzas, celebra una sexualidad políticamente incorrecta, la violencia, la transgresión de códigos (religiosos, hetero-normativos, de los géneros literarios…), se trata de la promoción del placer por el placer mismo, de tomar el micrófono para contar aventuras apenas disimuladas con el expediente de remitirlas al universo celestial: brillante, aunque parcial, salida del clóset. Violencia, sodomía, homosexualidad, exhibicionismo, constituyen un agasajo para el narcisismo de un narrador que habla en primera persona, exhibiéndose como dueño del saber”, señala sobre Guillermo Vega el filósofo y profesor, doctor Antonio Marquet.

Sobre sus orígenes como escritor, a más de haber nacido en la colonia Guerrero y vivir 35 años en Ciudad Netzahualcóyotl, Vega Zaragoza tiene dos explicaciones. La primera de ellas, de carácter freudiano surge de su relación con su madre, quien -cuando de cuatro o cinco años- siempre lo recibía con besos y expresiones amorosas cuando le permitía entrar a la casa luego de sentarlo en el quicio de la puerta a dibujar y copiar letras mientras ella hacía el quehacer doméstico. Un psicoanalista le dijo: a ti te sacaban de quicio y escribes para volver a entrar; “me gustó la explicación y sí, para eso precisamente yo escribo, para no salirme de quicio y para que me quieran”.

La otra explicación tiene que ver con su experiencia en la secundaria. Una amiga suya tenía un periódico manuscrito, que ilustraba con estampas de Walt Disney y de otros personajes, en el cual Guillermo Vega empezó a colaborar escribiendo sátiras sobre sus compañeros, descubriendo cosas en ellos sobre ellos mismos, revelando su lado oculto, y causaba molestia.
“Entonces descubrí que eso me gustaba, provocar una reacción en quien me lee, porque lo peor que puede pasar es que alguien lea lo que escribes y diga, indiferente ´sí, está bonito´. No, se trata de que se ría, de que se excite, que se indigne, que le de asco, que lo entristezca, que suceda algo que transforme al lector, que le provoque un nuevo estado de conciencia. Por eso escribo, para provocar una reacción”.

También poeta (“Preñar el Silencio” y “Espejo Infinito”, este último Mención Honorífica en el Premio Nacional de Poesía Marco Antonio Montes de Oca 2001), Vega Zaragoza señala que aunque la temática sea amorosa o fantástica, “y estés hablando de una guerra contra los marcianos, de todos modos terminas por hablar de la condición humana y con ello de la situación social, y eso implica sentido crítico y capacidad de recrear la realidad en otra realidad: la literaria”. Ese es el papel del escritor como intelectual, ser crítico de su entorno.

Tenemos que empezar a dejar de creer que serán los políticos los que van a solucionar las cosas y tiene que ser así, añade, porque se ha perdido ya el compromiso social y el compromiso político se ha prostituido, todo es negocio, juego de intereses. Para hacer política y para ser político en México hay que ser esquizofrénico o tener algo así como personalidad dividida porque no hay político que se crea lo que dice, o si dice que lo cree es que es un mentiroso, un “pendejo” o un cínico.

Para resolver los problemas sociales, primero tenemos que hacerlo nosotros en el ámbito de nuestra competencia, entender cómo está la cosa, no dejarse sugestionar, como diría Rubén Blades, por modelos importados que no son la solución, “si eres escritor, entender cómo es tu entorno y dar lo mejor de ti, si eres maestro, abogado, ingeniero, igual, tratar de hacer las cosas lo mejor posible, si nos pusiéramos marxistas, sería algo así como tomar conciencia de clase y luego pensar en organizarse. Lo grave es que nadie hace lo que le corresponde, los maestros hacen como que enseñan, los alumnos como que estudian, los policías como que nos protegen, los ciudadanos como que somos ciudadanos pero ni pagamos impuestos ni participamos, ni respetamos las normas”.

El problema, agrega el escritor, es que la estructura de valores está en crisis, todo lo que nos permitía fortaleza o salud mental ya no existe. Antes muchas personas encontraban eso en Instituciones como la Iglesia, la familia, la escuela, el trabajo, en un lugar en la sociedad, pero hoy en el trabajo ni te respetan, si pueden no te pagan, la escuela es campo de batalla, cada uno tiene su propia relación con los dioses, y la televisión es la que manda, la que dicta los roles y estereotipos sociales: racismo, violencia, individualidad, egoísmo, belleza y poder.

Sobre los mejores escritores contemporáneos, a pregunta expresa, señala que deambula por ahí “un chico que se llama William Shakespeare, que está dando muchas sorpresas, otro muchacho de apellido Borges y un paisano de él, Cortázar, Julio Cortázar, que realmente está haciendo cosas muy buenas”, pero que en él influyeron, ya en serio dice, “los escritores de la onda: o sea José Agustín, Gustavo Sainz, Parménides García Saldaña, Gerardo de la Torre, que no es de la onda, pero sí de ese pelotón, y después los escritores del boom, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Julio Cortazar y los escritores norteamericanos del siglo XX, Hemingway, Truman Capote, Fitzgerald, Norman Mailer, y uno más reciente, Charles Bukovsky”.

Vega Zaragoza sostiene que ante el avance de la tecnología, concretamente el Internet, que permite una interacción directa entre el escritor y el lector, pues éste le puede dejar su opinión, calificar el texto, el libro no va a desaparecer, sino se convertirá en un fetiche, en una excentricidad, en cuestión de coleccionistas, que valorará el objeto, su formato, las pastas, las hojas, la impresión. Un poco lo que está sucediendo con la música: algunos artistas están poniendo su música en Internet, editan sus discos, gratuitos, como Radio Heat, ponen un disco nuevo a disposición de la gente durante un tiempo determinado, cualquiera lo puede bajar, pero muchos prefieren ir a comprarlo, para tener el disco original, con su caja, sus fotos, el álbum, son coleccionistas que quieren el empaque, la caja, con fotografías, y pagan por él. Lo mismo, va a suceder con los libros.

*Guillermo Vega Zaragoza es escritor, periodista (egresado de la UNAM) y profesor universitario en la UNAM, la Universidad Anáhuac, la Iberoamericana y la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Autor de tres libros de poesía (Preñar el Silencio, Espejo Infinito y Desde la Patria del Insomnio), y uno de cuantos (Antología de lo Indecible). Además ha publicado cuentos en más de una decena de diferentes antologías editadas por el FONCA, SOGEM y Joaquín Mortiz, entre otras casas. Ha colaborado en La Jornada Semanal; en Arena, de Excelsior, y en diversas revistas culturales. Actualmente es Editor de Información Periodística de la Revista Universidad de México, de la UNAM.